El Autoconcepto es la opinión que una persona tiene sobre sí misma que lleva asociado un juicio de valor. Engloba el conjunto de opiniones, ideas, valoraciones y sentimientos que cada individuo forma sobre su propio yo. Hacen referencia a sus características y capacidades tanto personales (habilidades, rasgos físicos, etc.) como sociales y pueden ser valoradas como positivas o negativas, dando lugar a diferentes sentimientos.

Debemos recordar no sólo que ese juicio de valor no es propio de la persona (personal) sino que es un juicio influenciado por su entorno y aquellos que les rodean (familia, contexto, profesorado, etc.) o unas características determinadas que presenten los hijos/as (como bien puede ser su físico, su rendimiento académico, etc.)

Esta idea de nosotros mismos puede coincidir con la idea que los demás tienen de nosotros o no, incluso esta idea puede coincidir con la realidad o no, pero cuanto más realista sea esta idea, más adecuada será nuestra interacción con el ambiente que nos rodea, más nos aceptaremos a nosotros mismos, mayor será nuestra capacidad de crecimiento personal y más sólida será nuestra autoestima.

La Autoestima se puede definir como el resultado emocional que surge si aceptamos y nos gusta nuestro autoconcepto.

Contrariamente al pensamiento popular, la autoestima no surge de evaluarnos positivamente en cada situación, sino de observarnos con objetividad y sobre todo de estimar y aceptar nuestro autoconcepto.

Otro punto importante es que la autoestima, no es un concepto fijo y estable, se manifiesta de forma cambiante en función de nuestra situación vital y nuestras circunstancias y se va modificando a lo largo de nuestra vida.

En resumen, el autoconcepto sirve para referirnos a la vertiente cognitiva de nuestra manera de vernos (parte racional), mientras que la autoestima tiene su razón de ser en el componente emocional y valorativo desde el que nos juzgamos en un determinado momento dependiendo de las circunstancias. Ambos constructos teóricos, sin embargo, hacen referencia a algo subjetivo y privado.

Algo que tenemos que tener en cuenta es que, así como el autoconcepto se puede ir construyendo y mejorando a lo largo del tiempo en la medida en que vamos desarrollando nuevas fortalezas, la autoestima se puede modificar al estar estrechamente ligada con nuestras emociones.

¿Cuál es la importancia de la autoestima?

Podemos afirmar que la autoestima es la base, los cimientos de nuestra salud psicológica. Si nuestra autoestima es adecuada, podremos interactuar con el mundo de forma coherente, podremos afirmarnos en cualquier situación y defender nuestros derechos sin alteración, seremos inmunes o poco vulnerables a los ataques emocionales del entorno y actuaremos con tranquilidad en cualquier situación, aceptándonos incondicionalmente, lo que hará que estemos satisfechos de nuestras reacciones y conductas.

Una autoestima saludable puede prevenir enfermedades psicológicas como la depresión o la ansiedad. Es también una de las bases de las relaciones humanas, y por lo tanto, afecta de forma directa a nuestra manera de actuar en el mundo y de relacionarnos con los demás.

Nada en nuestra manera de pensar, de sentir y de actuar escapa a la influencia de la autoestima.

Una autoestima saludable nos permite tener una serie de conductas y actitudes que tienen efectos beneficiosos para mejorar nuestra calidad de vida. Por ejemplo, una persona con una autoestima saludable:

    • Está dispuesta a defender sus derechos personales incluso aunque encuentre oposición o ataques emocionales.
    • Se siente lo suficientemente segura de sí misma como para modificar su opinión o su criterio, si la experiencia le demuestra que estaba equivocada.
    • Es capaz de obrar según su propio criterio, y sin sentirse culpable cuando a otros no estén de acuerdo con su proceder.
    • No pierde el tiempo preocupándose en exceso por lo que le haya ocurrido en el pasado ni por lo que le pueda ocurrir en el futuro. Aprende del pasado y planifica el futuro, pero vive con intensidad el presente.
    • Confía en su capacidad para resolver sus propios problemas, sin dejarse acobardar por fracasos y dificultades, y cuando realmente lo necesita, está dispuesta a pedir la ayuda de otros.
    • Como persona, se considera y siente igual que cualquier otro, ni inferior, ni superior; sencillamente, igual en dignidad; y reconoce diferencias en talentos específicos, prestigio profesional o posición económica.
    • Reconoce que puede ser interesante y valiosa para otras personas.
    • No se deja manipular, aunque está dispuesta a colaborar si le parece apropiado y conveniente.
    • Reconoce y acepta en sí misma diferentes sentimientos y emociones, tanto positivos como negativos, y está dispuesta a revelárselos a otra persona, si le parece que vale la pena y así lo desea.
    • Es capaz de disfrutar con una gran variedad de actividades.
    • Es sensible a los sentimientos y necesidades de los demás; respeta las normas sensatas de convivencia generalmente aceptadas, y entiende que no tiene derecho —ni lo desea— a divertirse a costa de otros.

Como conclusión, podemos afirmar que una autoestima saludable nos aporta grandes beneficios en todos los aspectos de nuestra vida.