Relativizar no es sinónimo de ignorar los problemas, sino de darles la importancia que merecen.

La perspectiva cambia con el paso de los años, la importancia que les dábamos a nuestros problemas cuando éramos adolescentes no es la misma que le daríamos ahora.

Entonces, ¿qué podemos hacer cuando nos enfrentamos a un problema? En primer lugar ponernos en el lugar del observador, es decir, intentar verlo desde fuera.

Para nosotros, nuestros problemas son los más importantes, más allá de que nos digan que hay males peores etc.. En lugar de sentirnos protagonistas, ver nuestros problemas con cierta perspectiva nos ayuda a considerarlos de otra manera. Fue Albert Einstein quien dijo: «Ningún problema puede ser resuelto desde el mismo nivel de conciencia que lo creó».

No podemos ignorar lo que nos ocurre o lo que sentimos, pero sí podemos cambiar el foco desde donde lo vemos y desde ahí observar cómo en realidad nos afecta: restarle dramatismo, analizar las diferentes alternativas que tenemos y, en definitiva, lograr un mejor manejo emocional para enfrentarnos a ello. De esta manera todo parecerá más fácil y reduciremos emociones negativas innecesarias y estrés añadido, algo que suele bloquearnos.

Saber relativizar y tolerar la frustración está muy relacionado con la capacidad de resiliencia, aquella en donde las personas se fortalecen con la experiencia y saben valorar los momentos de felicidad, para recargar energía y poder conservar la serenidad ante la adversidad y adaptarse a las circunstancias.

Al final todo es cuestión de actitud ante los problemas.

Veamos este ejemplo con una simple piedra:

  • El distraído tropezó con ella.
  • El violento la utilizó como proyectil.
  • El emprendedor construyó con ella.
  • El campesino, cansado, la utilizó como asiento.
  • Para los niños fue un juguete.
  • David mató a Goliat.
  • Miguel Ángel extrajo de ella la más bella escultura.

En todos estos casos la diferencia no estuvo en la piedra, sino en el hombre!

Podemos resumir la filosofía de Mark Manson en 5 puntos:

  1. Los embrollos, decepciones y catástrofes forman parte de la existencia estarán siempre presentes en nuestro día a día y son parte de nuestro proceso de aprendizaje y crecimiento personal. Debemos aceptarlo.
  2. Cuanto menos te afecten mentalmente los conflictos cotidianos, más libre y satisfecho estarás. Al final, la felicidad reside en que este tipo de cosas no te importen demasiado.
  3. No es necesario ponerse siempre a prueba e intentar demostrar a los demás lo fuerte que somos, esta conducta nos puede llevar hacia la infelicidad.
  4. Dado que vivir consiste en resolver problemas, seleccionemos, al menos, los que merezcan la pena.
  5. El enfrentamiento es necesario. Hay cosas en la vida que necesitan romperse para luego recomponerse y ser mejores.

El psicoterapeuta estadounidense Richard Carlson nos plantea una pregunta que nos puede ayudar: “¿Tendrá esto trascendencia dentro de un año?”. Si la respuesta es negativa, es una tontería dedicarle un minuto más. La clave del bienestar es dejar de sentirse víctima de los acontecimientos para decidir, momento a momento, lo que queremos que sean los elementos relevantes de nuestra vida.